sábado, 27 de noviembre de 2010

Un cuento para Jhade

Jhade y el Ogro
Había una vez un ogro solitario que habitaba en lo más oscuro de la montaña ocultando su monstruosidad de los demás vivientes. Triste era su vida viendo ocultarse el sol y esconderse la luna sin ninguna compañía.

Tanta era su tristeza que los apus se apiadaron de él y una tarde caminando por la orilla del rio los ojos del ogro se abrieron exorbitados: una piedra brillaba hermosa sobre el lecho seco de la rivera…
¡Era un Jade precioso!

El ogro se acercó extasiado a contemplar la maravillosa piedra, pero de pronto la joya se convirtió en una linda niña que al verlo frunció el ceño y haciendo una mueca le dijo:
- ¡Ahhh!,
En señal que quería que se aleje… y el ogro se marchó entristecido.

Pero más pudo la curiosidad del ogro que regresaba cada día al mismo lugar en busca de la niña, y poco a poco la pequeña Jade le fue tomando cariño y hasta jugaba con él.
Y el ogro la oía cantar y la veía bailar y hasta la acompañaba en el baile con sus torpes pasos y cantaba con ella con su voz gutural… y así el ogro solitario fue feliz.
Así transcurrían las horas, hasta que cierto día la niña le puso un nombre al ogro, pues no tenía ni eso, y lo llamo:
- ¡Yayo!
Y por fin el ogro tuvo un nombre y sus quijadas crujieron como goznes herrumbrados tratando de esbozar una sonrisa.

Pero como la dicha no dura para siempre, un mal día Yayo tuvo que regresar a la montaña, y la pequeña Jade hija de la Gracia se quedó en casa con mamá.

Ahora otra vez solo en la montaña Yayo grita su nombre
- ¡Jaaaaaddeeee!,
y el eco de los montes le contesta
- ¡Yaaayyyoooooooo!,
consolando su soledad.

Por las noches él la ve bailando y cantando en medio de las estrellas… y así será por siempre…

y… colorín colorado… ¡este cuento se acaboooo!

The end


¡Feliz cumpleaños mi querida Jhadecita!